Ángela
Un día me encontraba en lo más recóndito del cielo, recostado en una nube, cuando de repente vino a mí esa figura, una imagen majestuosa y descomunal, su belleza era inmensa, tanto que perturbó mis pensamientos.
Entonces me puse de pie y me dispuse a buscar a aquella persona que me había puesto las alas de punta. Busqué por todo el cielo, pero mi búsqueda fue vana, no pude encontrar a nadie con semejante belleza.
Pasaron siglos y mi búsqueda seguía inconclusa, no podía entender porque no la encontraba, ¿acaso solo había sido un sueño? ¿No era real? No podía creer que no lo fuera, me negaba rotundamente. Entonces me recosté de nuevo en esa nube, aquella que me traía recuerdos del amor que nunca encontraría, cada vez me volvía mas loco al recordar semejante hermosura, sus ojos tan cálidos, su boca tan frágil y encantadora, aquellas mejillas sonrosadas, un hermoso cabello rojizo incandescente, su escultural figura me hacia pensar en los más viles deseos, mi juicio se perdía con su sola belleza, no podía conciliar el hecho de que sólo existiera en mis pensamientos.
Tal vez solo había sido una ilusión creada por mi perturbada mente, o un llamado divino, el cual anunciaba mi partida del cielo. Deseaba con todas mis fuerzas encontrarla, tenerla a mi lado por la eternidad, entonces me decidí, me levanté de un salto y volé lo más rápido que pude, caí en picada, baje a la tierra sin consentimiento de Dios, y me puse a indagar por todas partes, pero seguía sin aparecer. Solo quedaba un lugar en donde buscar, y si lo hacia seria mi ultimo vistazo al sol, así que me quede acostado en una piedra viendo el crepúsculo y grabé su efigie en mi memoria, respiré hondo y bajé.
Las cosas abajo (infierno) eran terroríficas, había miles de almas torturadas, sus gritos casi me dejaron sordo, traté de caminar con cautela para no ser descubierto, pasé por cada uno de los niveles, llegué a ver a los más viles demonios como a Aamon, Empusa, incluso vi a uno de nuestros antiguos amigos, un ángel caído, su nombre era Ertrael, no podía creer semejante masacre, pero que esperaba, estaba en el infierno, entonces bajé más, y entonces la encontré, su beldad era infinita, me quedé petrificado con semejante atractivo, era la mejor torturadora, sus víctimas reflejaban un dolor monstruoso, no pude hablar solo me quedé detenidamente a observarla, en ese momento sus ojos se posaron en mi, y entonces desperté de mi sueño inalienable.
No podía creer que solo había sido un sueño nada más, me levanté rápidamente, desplegué las alas, quería volar a sus brazos no importaba el castigo que me impusieran al dejar el cielo, entonces sentí un gran estremecimiento.
Mis alas habían sido arrancadas, jamás vería a mi amor verdadero, estaba condenado a no poder dejar el cielo nunca más.
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